Quedaban
justamente 7 días para la Carrera Nocturna de Canillejas, era una
prueba especial para un servidor por diferentes motivos, por correr
de noche que siempre mola más, por correr por las calles que me
vieron crecer y porque entre el público iba a estar mi padre y por
primera vez mi madre. La tenía apuntada en rojo en mi calendario
desde que la vi anunciada no se exactamente donde.
Para prepararme a tope y hacerlo lo mejor posible me fui a las pistas de atletismo de mi pueblo a practicar la velocidad de carrera mediante series, algo nuevo para mi pero que me apetecía mucho hacer, todo iba estupendamente hasta que por imitar a Usain Bolt noté un pinchazo en la parte trasera de mi pierna derecha, un dolor agudo pero que pese a ello me permitió hacer los últimos 50 metros a sprint y autoengañarme a mi mismo que eso no era nada, al fin y al cabo jamás había tenido una lesión muscular.
El
asunto se ponía negro cuando durante tres días más apenas podía
moverme de las agujetas y mucho menos salir a rodar... la carrera se
acercaba. Llegó el viernes día antes del evento y tenía que
probarme sí o también, salí con la voluntad de hacer 30 minutos
suaves pero la realidad es que no llegaron a 10, la pierna estaba
peor de lo previsto y apenas podía correr de manera natural, la cosa
estaba jodida y la carrera descartada. Se acabó. Se lo dije a mi
padre "Papá si voy puede que me rompa del todo, no tiene
sentido" Él obviamente lo entendía pese a notar la decepción
en mi cara. Que inoportuno todo.
Esa
misma noche hablaba con Laura (@Reto21k), mi futura compañera en el
Club Atletismo Mejorada, y me aconsejaba desde la experiencia y el
sentido común que no corriera, que me podía lesionar gravemente y
para muchos meses, que no merecía la pena... la haría caso, me fui
a la cama habiendo asumido ya que mañana me quedaba en casa.
18:30h de ese sábado 6 de Septiembre: "Papá no te enrolles en el trabajo que nos tenemos que ir a Canillejas, que sea lo que Dios quiera pero SÍ voy a correr", ese era el SMS que mandaba a mi padre, una hora antes había estado viendo el vídeo de Valentí Sanjuan en el Ultraman de Galés y noté que me salía fuego del cuerpo por ir a esa maldita prueba, que por intentarlo no perdía nada y que debía ir.
Con
una pernera y untado en Voltarén me presenté en la línea de
salida, en mis cascos sonaba "Tal vez lo que te hace grande"
de Vetusta Morla, mi motivación ya estaba a tope, mis dudas también,
no dependía de mi acabar la carrera y eso me aterrorizaba,
3,2,1...YA!
La carrera se me hace muy larga, la pierna no deja de molestarme y la orografía del circuito con subidas y bajadas tampoco ayuda, me marco objetivos a muy corto plazo, me acuerdo del esfuerzo que hice en los entrenamientos por la playa de Cullera a 35º, me repito en mi cabeza cual mantra: No hay dolor, no hay dolor, vamos que entre eso y mi pañuelo sanjuanero en la cabeza clavadito a Rambo.
Finalmente
lo consigo, puesto 110 de 333 con un tiempo de 35 minutos y 24
segundos en 7.5 km, medalla al cuello de "finisher" y
una satisfacción personal indescriptible, lo había
logrado, mi pierna me dolía horrores y posiblemente me toque estar
un tiempo sin atarme las zapatillas pero esta guerra psicológica y
física la había ganado. Que pase el siguiente.
PD: Laura, "mi bautizo como runner" tendrá que esperar.
@SergiTriax